Seguramente acabe en un ciclo en el
que los días mueren y las noches se vuelven habitables en una rutina donde la
melatonina en pastillas ya no hace efecto y las ovejas ya no saltan vallas
porque están camino del matadero. Cuando disgregas la realidad en números,
letras, planos y posibilidades dormir se hace más complicado. Ya no necesitas
luz para que el cerebro procese las imágenes, solo hace falta cerrar los ojos y
pensar, pensar…
Y el sueño
te abandona, y el techo de la habitación se convierte en el amigo más íntimo, y
la almohada está harta de escuchar los murmullos de las críticas que no se
comparte con nadie.
“Bonitas
ojeras”. Dicen, “bonitas arrugas de expresión”.
"Bonita posición
social acomodada en la que vives”. Digo, “bonito comportamiento opresor”.
Pero nadie hace caso o nadie quiere escuchar, porque la costumbre es criticar en murmullos en la oscuridad y los gritos están sobrevalorados.
Al final
solo queda cerrar los ojos y hablarle al techo.
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